Ser directo, subjuntivo o el arte de ligar

Hace poco hablaba con un amigo de que ligar no tiene mérito cuando eres guapo. Cualquiera se te insinúa, más o menos directamente, y tú tienes capacidad y posibilidad de escoger si la persona, o los modos, te gustan o no. Salió el tema de Bumble, al que pintan de revolucionario porque solo pueden “entrar”, o empezar la conversación, las mujeres. Desde el principio a mí me sonó absurdo este reclamo porque en Tinder también soy yo quien habla (siempre y cuando sea yo quien da al swipe que conduce a match). Para mí no tiene sentido esperar a que me hablen para que pase algo, si fuera ese mi modus operandi habitual probablemente no hubiera vivido la gran mayoría de las experiencias que he disfrutado (u odiado) en mi vida.

Continuando la conversación, y enseñándole ejemplos de mis propias charlas con algunos chicos guapísimos y también con otros más normalitos, me decía mi amigo que yo era muy directa en expresar mi interés, y eso era una pega porque les dejaba un poco traspuestos. Además, expreso mi interés con claridad pero nunca propongo quedar, así que todo queda un poco en agua de borrajas, y según mi amigo la jugada me seguirá saliendo mal si no dejo las cosas fluir más suaves.

No tengo ninguna duda de que hay un fallo de base, siempre he querido ser misteriosa e interesante, cuando en realidad soy esa tía con verborrea, extrovertida, que le cuenta cualquier cosa a cualquiera y que habla un poco demasiado alto. Otra cosa no, pero soy bastante clara, transparente y natural, y de hecho me molesta un poco la gente que es lo contrario. Pero ser misteriosa… eso es otro rollo. Eso no se fuerza, ya que es a menudo un signo de timidez.

Así que dispuesta a descubrir si mi amigo era un caso aislado, su opinión sobre el tema parecía a primera vista un vestigio del patriarcado, y me dispuse a averiguar la verdad. Por el modo fácil, porque aunque me hubiera encantado haber hecho un verdadero estudio al respecto, este blog es un hobby que prefiero tomarme poco en serio. Es decir, me fui a mi Instagram y pregunté a mis seguidores o, más bien, a aquellos que ven mis stories.

Cuatrocientas personas vieron mi pregunta, pero solo unas cien contestaron, entre hombres y mujeres, a si prefieren que el otro sea directo. Supongo que los que prefirieron no contestar estaban diciendo que además de las indirectas les gusta también la pasividad… pero yo no me meto. Obviando a aquellos que contestaron en nombre de ambos sexos (algunos por estupidez, otros por curiosidad de ver el resultado y otros porque tenían ganas de molestar), lo cierto es que no he recibido el resultado que esperaba en absoluto. El 90% de los hombres (entre ellos algunos de mis crushes, me lo apunto) prefieren que las mujeres sean directas y 82% de las mujeres prefieren que los hombres sean directos. Yo pensé que habría menos interés por la claridad en ambos casos, sobre todo teniendo en cuenta mis propias experiencias con algunos de los sujetos, pero si la balanza entre los dos sexos se decantaba a un lado de verdad pensaba que sería el opuesto y que serían las mujeres las que prefieren que los tíos digan lo que quieren y ya. 

Algunos de los participantes en esta mi encuesta me han puntualizado cosas importantes, como que directos sí, pero siempre con elegancia. O que no es lo mismo al principio que más adelante en una relación. Es curioso que las mujeres me han dicho que hay que saber ser sutil, casi haciéndome pensar que estoy de acuerdo con que prefiero a un hombre discreto que no me asuste con sus intenciones. Pero no, a mí también me gustan las cosas claras y el chocolate espeso. Sobre todo después de tanto mareo que me han dado.

En definitiva, salgo de esta conversación y consiguiente encuesta pensando una vez más que si no ligo… es porque me falta alguna primavera por ahí. Obviamente por fea no es. Acepto clases, consejos y deberes para ligar.


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