Una carta al amor de mi vida

Lo último que escribí estaba pensado para ser mi última publicación del año. Doce meses que, para mí, han estado marcados por la salud mental y las consecuencias de haber perdido el sentido de mi vida en más de una ocasión. Una de las cosas que me han obsesionado, y por la que en más de una oportunidad sentí que dejaba de tener control sobre mis propias acciones, ha sido la de encontrar el amor. Una pareja con la que compartir esta locura que nos está tocando vivir, como tantas personas a mi alrededor hacen. 





Hay algunos que hacen que parezca tan fácil encontrar a alguien compatible (por eso de que encuentran a más de uno al año) que de verdad pensé que solo era cuestión de ponerse a buscarlo. El mundo se ha encargado de demostrarme que no es así, y ahora quiero tatuarme en la frente esa idea que tanto me repite una de mis mejores amigas, que mi padre me ha recordado alguna que otra vez y que, esta misma semana, me ha dicho también mi psicóloga: parece fácil pero resulta casi imposible, un pequeño milagro, enamorarse y que se enamoren de ti. Esa conexión compartida es uno de esos detalles cuya magia pasamos por alto a diario. 

A todos aquellos que me leen que están enamorados, o que tienen en su vida a alguien a quien quieren con locura y a quien no quieren perder, me gustaría que vieran a través de mis ojos la suerte que tienen. Les prestaría por un momento estas córneas imperfectas, estos iris y pupilas, para que entendieran cómo se ve desde fuera esa verdadera obra maestra de la creación que es el amor. La suerte que tenéis de haberos encontrado, de haber coincidido, y de haber sabido quereros bien. 



No soy de esas que creen en que solo hay un amor, una media naranja, un alguien al fondo del cordón rojo, pero los últimos años casi me han hecho planteármelo. Porque aunque haya más de uno es evidente que tampoco abundan, al menos en mi caso. Y si alguna vez una de esas esquinas de mi telar aparece en mi vida, me gustaría poder tener estas palabras, las que ahora pienso, en la punta de la lengua. 

A ti, amor de mi vida, espero que me quieras, que me lo digas, que me mimas y me cuides, incluso cuando digo que no quiero ser cuidada. Espero que me animes, me apoyes y me admires, que me dejes cuidarte, mimarte y adorarte, querer solo lo mejor para ti, soñar contigo y hacerte soñar. Que nos aventuremos en viajes físicos y metafísicos, que cojamos el coche a cualquier lugar y el avión al fin del mundo. Que crezcamos juntos, y nos hagamos viejitos, y que quieras hacer conmigo más amor aún, de ese que puede sacar tus ojos o los míos. Ojalá te sepas la palabra que me falta en el crucigrama y me preguntes cómo se escribe "te quiero" en todos los idiomas (no porque yo lo sepa, sino porque quieres ver mis ojitos curiosos buscando y luego oírme decir cada uno). Que veas mi película favorita con gusto, solo porque sabes que me gusta y quieres aprender más de mí al fijarte en cada detalle, y que me descubras tu mundo interior para que pueda perderme en él un martes cualquiera

Así que me despido de 2021, sin importar las desilusiones y sin escuchar ni un poco a todos aquellos que quieren que deje de soñar, y cierro los ojos con una sonrisa y lágrimas en los ojos. Nos vemos al otro lado.


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