Sobre feminismo y feminazis

Leía esta mañana un artículo sobre como una criticaba a otra por cómo llevaba a cabo su feminismo. Estaba publicado en un medio nacional y la mujer comparaba el feminismo con la educación en los colegios de monjas (o de curas, supongo), en los que si hacías algo mal te pellizcaban por pecar.
Es curioso porque yo he ido a dos colegios religiosos en mi vida y nunca jamás me han puesto la mano encima. Nunca jamás me han dicho que debía creer o porqué tenía que hacerlo y, si lo han hecho, no lo recuerdo. Pero eso es otro tema, de lo que yo quería hablar es del feminismo.
Cómo no, pensarán algunos que ya han aguantado mis discursos más de una vez. Para todos vosotros, quizás esto que voy a escribir os suene a repetido, pero os recomiendo que os quedéis a leerlo, quizás en la tranquilidad de vuestras casas y con la paz de leer en vez de escuchar las cosas tengan más sentido para vosotros.



Ya que esto es una competición sobre quién cree en el mejor feminismo (igual que quién cree en la mejor religión) os contaré cómo es mi versión para quien quiera leerla y, quizás, ser partícipe de ella.

Así de entrada me gustaría decir que, mi feminismo, como la mayoría de mis ideas sobre la vida, es inclusivo. Y de esto le echo la culpa a mi educación católica. Qué cosas.
A mí me han enseñado que el cristianismo es aceptación y perdón, que nadie se queda fuera, que hay que querer a los demás por como son, que hacemos piña de cuantos más mejor. Quizás es un cristianismo que me he inventado, puesto que parece que otras personas que se educaron conmigo no tienen ni idea de qué les hablo.
Y así llego a mi feminismo, sonriente e ingenua, pensando que todos nos queremos los unos a los otros como alguien que todos niegan nos amó.
Y yo qué sé si es real o no es real, ¿no os parece más importante el amor que despide la frase? Porque yo lo aplico a todo.

Si tuviera que definir mi feminismo no sé como lo haría sin sonar más cursi que nadie. Pero a lo mejor eso no está tan mal. Prefiero cargar con ese peso que con el de feminazi. La horrible palabra que algunos usan para desprestigiar un movimiento que apoya una sociedad sana.

Yo no odio a los hombres. La verdad es que a ninguno en absoluto. Ni siquiera a mis exs, aunque a veces me gustaría hacerlo. Si les tuve verdadera rabia fue de manera momentánea.
Pero yo tengo cinco maravillosos sobrinos, chicos guapísimos, unos encantos, unos más cariñosos que otros, pero que a todos me los comía a besos. Tengo un padre que me ha querido y me ha cuidado como nadie, aunque ahora mismo estemos todo el rato peleando. Y tengo un hermano que me ha mimado como si fuera su bebé.
Y basándome en ellos a veces me da toda la pena del mundo sentir la necesidad de poner ejemplos de hermanas, hijas y familiares mujeres para que ciertos hombres piensen en cómo se siente o se puede sentir una mujer.

A mí no me publican en un periódico nacional, pero estoy muy orgullosa de los sitios donde me publican. Ahí, creo, poco a poco voy dejando una estela de mí misma que quizás le de a alguien esta sensación que ahora busco dejar aquí.

Creo que el feminismo es lo que es:
Según la RAE: Movimiento que exige para las mujeres iguales derechos que para los hombres.
Y me parece una definición perfecta.
El feminismo es un movimiento pacífico, siempre lo ha sido, ¿por qué buscamos guerrear en su nombre?
Alguna vez leí que los cambios drásticos solo tienen lugar a través de una guerra. Quizás me lo dijo mi madre. Pero ¿qué clase de cambio adecuado es ese entonces?
Mi feminismo pasa por aceptar que, en determinadas ocasiones incluso yo misma soy machista. Porque no puedo evitarlo, porque me han educado así, pensando que la diferencia entre hombre y mujer es un abismo.
Y creo que el primer paso es darse cuenta de que todos tenemos, sin querer, actitudes machistas. El segundo es darnos cuenta de que ese abismo de diferencias no es más que educación. Costumbre. Clichés.

Muchas veces me he encontrado a gente que, cuando les leo la definición de la RAE me dicen "¡entonces sí soy feminista!", pero que en su día a día reniegan de ello.
Ellos no quieren ser catalogados como feminazis (qué palabra más horrible, por favor) ni luchar (pacíficamente) por un movimiento que les puede traer un par de miradas de reojo.

Lo que yo me pregunto entonces es: si no crees en ese temible feminazismo ¿por qué le das alas? ¿Por qué no apoyar el feminismo tal y como es para enterrar esa pequeña desviación con la que no estás de acuerdo? Si aquellas a las que llamas así se ven apoyadas, quizás dejen de sentirse tan frustradas como me he sentido yo cuando he recibido ese nombre.
Esta es mi propuesta:
Vamos a favorecer un feminismo para todos, pasito a pasito, con reformas legales y mentales que nos favorezcan a todos, a ver si poco a poco conseguimos estudiar en el colegio a Simone de Beauvoir y a las sufragistas. A ver si poco a poco la palabra feminazi queda desterrada porque ya no tiene sentido.





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