Lyon I: Sana, salva y hambrienta, pero sobretodo feliz

Mañana hace dos semanas que estoy en Lyon y por fin tengo internet con el que poder contar mis aventuras y desventuras.

¿Primeras impresiones?
La ciudad es preciosa, muchas zonas son completamente nuevas y aún así tiene un toque de clásico francés en la zona de los ríos.
Esta zona de los ríos es la protagonista de nuestras noches, mientras que durante el día nos hemos mantenido, de momento entre nuestras respectivas casas y la universidad.

No voy a negar que estamos saliendo mucho -quizás demasiado- porque sería MENTIR. Mentir muy fuerte además. No quiero ponerme a contar cuántas noches de 8 horas he dormido en los 13 días que llevo aquí, sobretodo porque me haría sentir un poco culpable. No me malinterpretéis, yo no soy de salir hasta el cuerpo aguante, pero los nuevos comienzos siempre me dan un cierto espíritu festivo.

Respecto a mi residencia, que tengo entendido es la primera de Francia... Debo decir que pensé que estaría deseando marcharme nada más poner un pie en la habitación. Y no.
Desde luego esto no es un lujo. Llevo dos semanas comprando cosas tan básicas como sábanas y tenedores y sigue siendo una habitación cualquiera de una residencia cualquiera. Ni siquiera tengo baño y cocina propios, es, literalmente, una habitación. Pero estoy contenta, ¿sabéis? Cumple su propósito, y ¿para qué quiero más? Además yo tengo poco salero para estas cosas, pero mi vecina de habitación la tiene decorada y preciosa, llena de cosas que la hacen un poquito más suya. Sólo esto me hace tener cierta motivación para intentar personalizar lo que va a ser mi casa en los próximos 10 meses. Si algún día lo consigo, está claro que enseñaré orgullosa el fruto de mi trabajo aquí. De momento os invito a enviarme cosas que me ayuden a hacer de esto mi hogar.

En cuanto a la gente... Hay que hacer una separación enorme:
- Españoles: que aunque somos muchos (como en todas partes), no somos tantos como yo pensaba que seríamos.

- Erasmus o estudiantes internacionales: un 70% de la población de Lyon a la luz del día y también de noche. Un lujo, puesto que conoces a gente de todas las culturas y abres aún más la mente, que es lo que hay que hacer.

- Franceses: difíciles de distinguir de los erasmus, pero con una clase, un porte (y una mala cara al oír el español) que les diferencia.

- Extranjeros: adultos ni de aquí ni de allá.

- Mis amigos: gente maravillosa de esa que, sinceramente, no creía que encontraría. El punto justo de locura, inteligencia, diversión y factor X. Una vez más me ahorro la mentira: son españoles. ¡Falso! ¡No todos! Pero hablan español.
¿Es lo que quería? Pues hombre, uno no viene a Francia a hablar español es lo que se dice. Pero, ¿me arrepiento? ¿Cambiaría de amigos? De ninguna manera.
Si algo es una suerte es el haberme topado con estos personajes.

Y ay, el tema estrella de todos los estudiantes fuera de su casita... ¡LA COMIDA!
¿Estoy comiendo bien? Para nada. Estoy comiendo tan mal que me da pena. No porque en Francia se coma mal. Que tampoco es que se coma genial. Pero debido a ciertos problemas logísticos (ni siquiera tengo nevera todavía) y al precio de ciertas cosas en el país galo... Marinita va a volver con cara de galleta. Pero oye ¿lo buenas que están? Eso no me lo quita nadie.

Bisous,

Marine ♥


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